Este proyecto sobre las huertas urbanas me dejó muchos aprendizajes importantes. Entendí que no se trata solo de sembrar plantas, sino de aprender a cuidar el medio ambiente, valorar los alimentos naturales y reconocer el poder que tiene la tecnología para ayudarnos en ese proceso.
Gracias a la investigación descubrí que las huertas escolares no solo mejoran los hábitos alimenticios, sino que también fortalecen la unión entre estudiantes, profesores y familias. Cuando todos participamos, creamos un espacio donde aprendemos juntos y cuidamos de nuestro entorno.
La tecnología también juega un papel muy importante, porque nos permite registrar el crecimiento de las plantas, buscar información, aprender nuevas técnicas de cultivo y hasta compartir lo que hacemos con otras personas. Es una herramienta que hace que el aprendizaje sea más divertido e innovador.
En conclusión, este proyecto me enseñó que con compromiso, trabajo en equipo y el uso responsable de la tecnología podemos sembrar un futuro más verde, saludable y lleno de conciencia ambiental.
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